Introducción



La libreta de pensar y la Nevera

Mi libreta de pensar. Poca gente conoce su existencia. Y mucho menos han accedido a ella.

Me obligué a usar una libreta para eso: Para pensar. Estaba harto de perder notas, notitas, apuntes, citas, papelitos, servilletas de papel, hojas arrancadas (a veces furtivamente) del bloc de un camarero… Donde había anotado un pensamiento; Una cita que había leído en dios sabe que lugar; Una reflexión a la que debía darle aún más vueltas; Las notas cogidas al vuelo de una charla, una conferencia. Incluso, lo confieso, alguna frase oída en alguna conversación ajena y que me podía parecer ingenua, ingeniosa, absurda, inteligente, retórica… o cualquier otra cosa que, en aquel momento, me parecía un filón inspirador de algo. O que lo podía acabar siendo.

Esta libreta me ha permitido rescatar de la oscuridad del tiempo verdaderas perlas. Y también cosas absolutamente infames. Sí, parece mentira que algo que apuntas como extraordinario, definitivo, lúcido… Esa frase rotunda, sintética, genial, solemne…. Con la perspectiva del tiempo ves que era, sí solemne, pero una solemne…estupidez.

La libreta hace de nevera: Enfría las cosas

La nevera, además de lo que ya sabes que es, para mí es una carpeta. Es donde meto todo eso que me parece interesante para alguna cosa que esté preparando. Por ejemplo: Empiezo a trabajar un tema. Pongamos que es el miedo, o el éxito, o la incertidumbre… Y todo lo que voy pillando respecto a esos temas lo meto ahí. Sin más orden. Textos, notas, imágenes, artículos, links… Y la nevera lo conserva.

Es como una despensa. Cuando tengo que cocinar un plato: Un artículo del blog, la creación de uno de los módulos de un training, etc., cojo ingredientes. Leo, valoro, imagino, proceso…

Cuando cocinas, no pones toda la sal del salero. Ni todo el aceite de la aceitera. Dicen que los buenos cocineros son los que tienen la capacidad de hacer algo exquisito con lo que tienen a mano: Entre la despensa y la nevera. Abren y dicen: Con lo que tengo… A ver que hacemos hoy. Y van y lo hacen.

Y así, me encuentro que, en ocasiones, yo que quería trabajar o el miedo, o el éxito, o la incertidumbre… Acabo haciendo algo así como “La incertidumbre que produce el miedo al éxito”. Vaya: Bonito tema.

Aunque otras veces uno abre la nevera y se encuentra que lo que le apetece es un “sabor puro”. Comer algo a mordiscos. Porque ya tiene entidad propia.

Esto es lo que me ha pasado hoy. Abrí la nevera y me encontré con esto:

No te rindas, aún estás a tiempo de abrazar la vida y comenzar de nuevo, aceptar tu sombra, liberar el peso y retomar el vuelo.

No te rindas, que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir los sueños, abrir las esclusas, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor, no cedas.

Aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se acalle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tu seno.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque yo te aprecio, porque existe el vino y el amor es cierto, porque no hay herida que no cure el tiempo.

Abrir las puertas, quitar los cerrojos, bajar el puente y cruzar el foso, abandonar las murallas que te protegieron, volver a la vida y aceptar el reto.

Recuperar la risa, ensayar un canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida, remontar los cielos.

Mario Benedetti

Y lo he mordido. Para que añadir más.

Espero que lo muerdas. Y que lo saborees. Porque comer, come cualquiera. Pero saborear… Eso esta al alcance de sólo unos pocos. Vuelve a leer esto de Mario Benedetti. Y saboréalo.

Te abrazo

4 comentarios:

  1. Jajajajajaja. Y después: Mmmmmmm!! Porque comer, come cualquiera. Pero saborear… Eso esta al alcance de sólo unos pocos. ;-)

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  2. Anónimo13/6/12

    Grandioso Benedetti y Grandioso Balaguer, ese hombre que una tarde -realmente, sólamente le ví dos- me prestó unas alas y me emocionó con sus palabras. Yo ya tenía unas alas propias, no sabría vivir sin ellas, pero me quedé también con las suyas. Le conozco poco pero le leo mucho y presiento que en su armario tiene miles de pares de alas y las presta por doquier al que quiera colocárselas y perder el contacto con tanta superficie, tanto asfalto y realidad impuesta e impostora.
    Benedetti nos dice que no nos rindamos y no vamos a hacerlo, no vamos a entregarnos por difícil que sea, por cruenta que se presente ésta batalla.
    Un gran abrazo, Maestro.


    SOL

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    1. Sí. Tu ya volabas alto cuando te conocí en ese vuelo rasante en el que coincidimos. Y tus palabras de agradecimiento despues de esa primera de las dos tardes... ...aún resuenan en mi memoria. En esa memoria especial que no reside en el cerebro.
      Desde entonces, he celebrado siempre nuestros estos encuentros a los que llaman virtuales. En los que he podido ser cómplice de tus momentos: Esos que permites que compartámos contigo cuando realizas esa brujería con las palabras que sólo las grandes magas saben hacer.
      Es normal que el duende del bosque te escogiera a tí para que le amamantaras.
      Yo también te abrazo. Gracias por dejarme.

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